MÁS FUERTE QUE EL ODIO. TIM GUÉNARD

 

 " Mi vida está tan magullada como mi cara.
  Sólo en la nariz tengo 27 fracturas. De ellas, 23 provienen del boxeo, y cuatro de mi padre.
  Los golpes más violentos los he recibido de quien debería haberme tomado de la mano y decirme «te quiero»."

Así comienza el relato de la historia de Tim Guénard, narrada en primera persona. No sin antes pedir perdón a los futuros lectores de sus folios por su estilo literario y aclarar que no pretende crear una novela, tan solo contar sus vivencias.  Unas vivencias que no dejan indiferente. 

 " No me abraza, no me dice «hasta luego». Nada, ni una palabra. La mujer se aleja. Lleva unas botas blancas… Tengo tres años y mi madre acaba de atarme a un poste de la electricidad en esta carretera rural que no lleva a ninguna parte." 

Existen dos cosas que no dejan de sorprenderme de los libros basados en hechos reales. La primera es que, como siempre se ha dicho, la realidad supera a la ficción por mucho que ya creamos haberlo visto todo. Y lo segundo es la capacidad de resiliencia que tenemos como seres humanos cuando el amor llama a nuestra puerta, sea de la forma que sea. 

Este libro podría dividirse en dos partes, una es desgarradora, sobre todo porque transcurre durante la infancia de Tim.  De la misma manera que ves crecer a un niño feliz, eres partícipe de sus maravillosos logros y sus fiestas de cumpleaños, pasas las páginas del relato de Tim con angustia y el corazón encogido. Con rabia, dolor y la mandíbula apretada. Donde unos soplan velas, otros reciben palos (y muchas cosas peores),  pero la vida sigue avanzando para ambos. 

"Según parece, hay incluso algunos que tienen padres que se acercan a darles un beso a la cama antes de que se duerman. Durante mi extraña infancia, el miedo va a sustituir a mi madre. Me es fiel, y está disponible cuando lo llamo, como una madre en una casa. El miedo me espera, vuelvo a encontrarlo siempre que decido hacerlo. Me enseña a observar y ejercita mi memoria. Sin esta droga, mi vida sería oscura, sosa, repetitiva. Cuando está falta de sentido, la vida necesita sal."

Lo que plantea el libro es si el vivir una infancia marcada por traumas y soledad te determina para ser un tipo de hombre en el futuro diferente al que vivió una infancia llena de amor y cumpleaños con velas.

Tim sentencia y demuestra, con su propia experiencia, que relata en lo que ocuparía la otra mitad del libro, que uno mismo puede elegir su propio destino, elegir quién quiere ser y vencer al odio que llevar dentro por lo mal que le ha tratado la vida. Que puede aferrarse al amor y acabar amando. Rechaza la idea de que hijo de padre maltratador se convierte en maltratador; hijo de padre alcohólico acaba siendo alcohólico, etc. Cree que en el debate genética-ambiente, esa idea no tiene en cuenta el ambiente, cuando es este precisamente, el ambiente, el que permite "elegir" a la persona tomar sus propias decisiones: elegir sus actos, la gente con la que se junta, el camino que escoge, y por tanto orientarse hacia el amor, que es lo que le llevará a hacerle bien y a convertirse en la antítesis de quienes le hicieron tanto daño. 

"¿No me han amado? Vale, pues yo voy a amar a los demás como me gustaría que me amaran. Si espero a haber recibido para dar, aún estaré esperando cuando las ranas críen pelo. Mis futuros combates los libraré para vivir lo que me han impedido vivir."

Como él dice, "Se puede poner el contador a cero, basta con quererlo".

Me parece interesante recordar un pequeño párrafo del libro "El chico al que criaron como un perro" del psiquiatra americano Bruce Perry, especialista en trauma infantil:"[...] recuperarse de un trauma o abandono es asimismo una cuestión de relaciones: restablecer o recobrar confianza, regresar a una sensación de seguridad y volver a conectar con el amor."

En experiencias traumáticas en la infancia, donde el apego ha sido tan dañado, por mucha terapia, fármaco y atención que se de, lo que realmente "cura" es el amor. Incluso, en la propia terapia, lo que sana es la relación de seguridad entre terapeuta y paciente. 

Tim, necesitó sentirse querido, a través de dos muestras claves, que explica muy bien en el libro, para que ese "chip" le cambiara y lograra ese camino que le llevó a transformarse y a traspasar su odio. Si eso no sucede. Nada sería más fuerte que el odio, porque el "niño" no tendría la capacidad de sentirse merecedor de ser amado. Ni siquiera sabría cómo. A amar también se aprende. 

Es un libro muy duro y a la vez bonito. Muy personal. Es el camino íntimo de un ser humano. No cabe juicio alguno. 


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