Novela de ajedrez.


"La presión que ejercían para obligarnos a entregar el “material” que pretendían obtener era de una naturaleza más sutil que los garrotazos o la tortura física. Se trataba del aislamiento más refinado que pueda imaginarse. No nos hacían nada, se limitaban a situarnos en el vacío más absoluto, y es bien sabido que nada en el mundo puede oprimir tanto el corazón del hombre como la nada. Recluyéndonos a cada uno de nosotros en una vacuidad total, en una habitación herméticamente aislada del mundo exterior, sustituían la presión externa de las palizas y del frío por una presión interior que finalmente habría de conseguir que despegáramos nuestros labios."


 Ha pasado muchos libros. En el colegio te suelen preguntar en filosofía el dilema de si hace ruido un árbol que cae en un bosque y no hay nadie para escucharlo. Obviamente, un árbol que cae no es silencioso, no obstante, el ruido solo existe porque es escuchado, sentido, percibido… La ausencia de uno puede anular la existencia de otro, aunque solo sea en una dimensión “humana”. En nuestra invención de constructos para comprender la realidad que nos rodea. 

La verdad es efímera porque depende de la realidad. Y como digo, esa realidad es una invención que necesitamos crear, construir para, a su vez, comprenderla. Qué diferentes nos percibimos cuando vemos fotos antiguas. Cómo cambia de tamaño un lugar cuando es visitado por segunda vez. Qué sabor tan extraño tienen las cosas que nos gustaban de niños… 

¿Seremos conscientes de cuántos sentidos y contrastes actúan cada día para maximizar, anular o distorsionar nuestro ruido...?

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