LA BASTARDA, Violette Leduc

 

"Me siento mal y me haces daño. Cabeza de vaca, color franela claro, lánguida cabeza de vaca tendida sobre verdura de la casquería, préstame tu sueño, préstame el éxtasis de tu boca rasgada." 

Cómo no amar a Violette Leduc, cómo no desear contemplarla, dibujarla e imaginarla. Grumos de hojalata evocan un alma en controversia. La polémica de una extenuación que solo puede provocar fortaleza. Lo inverosímil de que lo más frágil sea lo más resistente. ¿Cuántas perspectivas erróneas habrán creado maestría? 

"En París o aquí, cuando termino de escribir y salgo del edificio o me alejo del sendero de la colina, el hallazgo de una carroña destruye mis horas de trabajo. Mis páginas son eso. Cada carroña que encuentro es una tortura a cada hora del día. Por la noche, su olor, que entra por la ventana abierta, es una burla para mi trabajo del día siguiente. Escribamos, sin embargo. Quiero ser dura como mi canasto remendado que cuelga de la rama de un roble joven, al abrigo de las hormigas, entre las rocas donde trabajo. Ayer estaba sentada en el subsuelo de X. Ella me peinaba con su peine de bolsillo. Yo le decía que aquello se asemejaba a la ternura, yo le decía que aquello se asemejaba a los besos dados a una vieja que se calienta al sol en una plaza. ¡No tener nada! Empezar de nuevo a llorar durante ocho días, durante meses, durante años, eso pende de un hilo. Me sonaré ruidosamente y no lloraré."

La Bastarda. No hay trama, hay vida. No hay argumento más que el sentir. Andar, mantequilla, amor y desdicha. Hay cielos que se inclinan y aplastan y rostros que no desean estar donde están. París. Guerra. Escupir con la escritura y con los trajes. Es un todo en la nada. La desnudez más sincera. ¿Cómo no amarla?

"Tomé el camino de los rastrojos. El grito brotaba de la tierra. Alondras, fuegos artificiales a ras de la tierra, ¿dónde estaban? Yo caminaba de memoria, lloraba con los ojos secos. Guirnalda de ganado sonámbulo a lo largo de las alambradas y las barreras. Me oculté en el seto y vi un mundo en libertad. Escribir. Sí, Maurice. Más tarde."

Simone de Beauvoir siempre animó a escribir a Violette Leduc. La protegió y ayudó ante la censura que fue sufriendo, ya que, como adelantada a su tiempo, sus temas eran controvertidos y escandalosos al narrar relaciones sexuales lésbicas explícitas. La Película Violette narra la relación de amistad entre ambas durante la posguerra en Saint-Germain-des-Près. 




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