La Ternera (Con T de Ella, de Ellas)
Volver a escribir con los dedos enquistados por la asfixia del momento. Retomar el hábito de las letras que secundan lecturas, que acompañan cuarentenas, que rehabilitan los nudos que bloquean las lágrimas que urgen ser desahuciadas. Escribir por la necesidad de crear lo que no tiene nombre, con movimientos de palabras, rimas y frases que revelen lo que obstruye la garganta para expulsarlo de las vísceras, deshacer los nudos, respirar.
Juntar letras hace resistir soledades.
Las letras ordenadas logran relatos usados al son del reflejo más atrayente.
Y casa son y serán siempre las letras.
Me pregunto si Ella escribirá. Antes lo hacía. Siempre. Rellenaba páginas enteras, todas las noches. Y me escribía cartas en papel. Hoy no hay papel. Hay pantallas y lejanía. Y Ella se muere cada día un poco más ante mis ojos. Y yo me quedé sin letras, sin movimientos. Ni siquiera tengo garganta donde pueda obstruirse nada. Porque no es la muerte, es el sufrimiento. Hace tiempo que busco refugio donde único sé buscarlo. En las letras, pero ya no salen, porque creo que ya no existen combinaciones posibles. Ya no hay baile. A mi alrededor todo se ha ido quedando quieto. La marea ya no tiene movimiento.
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