19 de febrero de 2023
Me asusta el folio en blanco. Acostumbrada a las teclas que suprimen el miedo a tachones y a arrepentimientos tardíos que fastidien letra pretéritas. Sé que el aporte excesivo de control que ofrecen hacen menos fluido el texto cuando este necesita brotar directamente del alma y que los tachones que el lápiz pueda producir representan lo humano, por lo que debería ser la alternativa más sana. Pero me asusta el folio en blanco porque me asusta equivocarme, aunque mi vida esté escrita a lápiz y se halle llena de tachones.
Hoy busco compañía en algún personaje que también fue escrito a lápiz, como Pablo, un Juan Diego Botto que se intenta sacar el carnet de conducir a los cuarenta y cinco años o en Hell, Mala Emde, bálsamo para mi alma, calma, caricia y consuelo a todos los tachones de mi existencia, empujón de valentía que me hace coger el lápiz entre los dedos, deslizarlo por el folio y emborronar cualquier trozo que desee. "Imposible derrotar a quien nunca se rinde", es la frase que está escrita en la taza en la que tomo hoy mi café. Quisiera gritar y estamparla contra el suelo. Quisiera tacharla con fuerza.
Leo "La montaña mágica" y el tiempo se detiene. Pienso que el autor se burla de nosotros, sus lectores. Que quiso demostrar a través de las letras cómo puede uno sentirse si el tiempo nunca fuera tiempo. Así que paro de leer en la página 357 y le doy cuerda al reloj de la vida y me termino "El pan a secas". Un cambio considerable, pues de repente el tiempo congelado en aquella montaña comenzó a ir demasiado rápido. No sé qué comentar sobre el libro de Mohamed Chukri. Solo me pregunto si existirá algún relato donde un hombre, incluso siendo víctima, no sea misógino.
"—Tienes suerte —le dije. —¿Por qué? —Porque tienes a una mujer a tu entera disposición y le pegas cuando quieras. Halagado, sonrió: —Tú también tendrás una mujer. —Puede ser."
Mohamed sufrió una gran violencia y pobreza, en el sentido extremo y amplio de la palabra, desde su infancia. Principalmente por su padre que llegó incluso a asesinar a su propio hijo, hermano de Mohamed. Pero también por el contexto donde vivió. Desde joven observó cómo era normal pegar, maltratar y violar a las mujeres. Apenas siendo un adolescente ya frecuentaba los prostíbulos. Desde el comienzo su vida se basó en la supervivencia. No recibió ningún tipo de educación y no fue hasta su adultez que quiso aprender a leer y escribir. Él mismo llego a prostituirse alguna vez por necesidad. Y reconoce que no lo haría teniendo otro trabajo mejor "Era preferible aquel trabajo a mendigar o robar; preferible a dejarse chupar el sexo por un viejo, a vender harina y pescado frito a los campesinos en el Zoco Grande...." A Mohamed nadie le enseñó el bien ni el mal. Al contrario, la sociedad, el ambiente, la cultura y su propia familia le dieron una visión excesivamente distorsionada sobre ello. Sin embargo, siempre supo que lo que hacía su padre estaba mal, muy mal. Comprobó que prostituirse también le hacía sentir mal y se protegía con piedras temiendo por las noches que alguien pudiera atacarlo y violarlo. Sabía que si le pegaban dolía y conocía, mejor que muchos, lo que era el sufrimiento. Con todo, Mohamed justificaba, normalizaba y veía con suerte tener una mujer a la que pegar. Fantaseaba y le excitaba violar a una mujer y nunca dejó de frecuentar prostíbulos, sabiendo que es un trabajo que se realiza por necesidad y que no es nada agradable.
Me pregunto dónde empieza y acaba la responsabilidad personal de cada uno. Hasta qué punto la empatía debe ser enseñada y cuánto exime de "culpa" el sufrimiento y la crianza negligente, tanto por la familia como por la sociedad.
No sé si atreverme a "condenar" a Mohamed de misógino, verdugo o violador... Basándome solamente en este libro, no creo que para él la mujer sea más que un mero producto que le pueda aportar satisfacción. No creo ni que logre humanizarnos. Igual que el chico al que violó. Habría aquí un debate enorme, ya que él también fue deshumanizado totalmente, no solo durante su infancia y en prácticamente todos los aspectos, si no específicamente en el ámbito sexual.
En cualquier caso, las vidas escritas a lápiz son condenables si no se realizan en ellas ningún tachón. Espero que con el tiempo, los hiciera.
Mi descanso del café está terminando y quisiera saber cómo se sentía Alejandra Pizarnik un día cómo hoy, unos cuantos años atrás... Pronto leeré su biografía, para tener nuevas compañías, las que sirven, pues no todo el mundo es válido para espantar mi soledad. Debo dejar un momento cálido en mi estómago antes de que llegue la noche y regrese allá arriba, a la montaña, donde volverá a pararse el tiempo.
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