Crimen y Castigo

 […] ¿Mi crimen? ¿Qué crimen? exclamó el joven en un repentino acceso de furor. ¿El de haber matado a un gusano venenoso, a una vieja usurera que hacía daño a todo el mundo, a un vampiro que chupaba la sangre a los necesitados? Un crimen así basta para borrar cuarenta pecados. No creo haber cometido ningún crimen y no trato de expiarlo. ¿Por qué me han de gritar por todas partes: «¡Has cometido un crimen!»? Ahora que me he decidido a afrontar este vano deshonor me doy cuenta de lo absurdo de mi proceder. Sólo por cobardía y por debilidad voy a dar este paso…, o tal vez por el interés de que me habló Porfirio. Pero ¿qué dices, Rodia? exclamó Dunia, consternada. Has derramado sangre. Sangre…, sangre… exclamó el joven con creciente vehemencia. Todo el mundo la ha derramado. La sangre ha corrido siempre en oleadas sobre la tierra. Los hombres que la vierten como el agua obtienen un puesto en el Capitolio y el título de bienhechores de la humanidad. Analiza un poco las cosas antes de juzgarlas. Yo deseaba el bien de la humanidad, y centenares de miles de buenas acciones habrían compensado ampliamente esta única necedad, mejor dicho, esta torpeza, pues la idea no era tan necia como ahora parece. Cuando fracasan, incluso los mejores proyectos parecen estúpidos. […]


 Por fin terminé Crimen y Castigo. Un libro impresionante que me presentó a su autor y me abrió un camino precioso. Sé que cada vez que acabo un libro que me fascina lo posiciono en un altar imposible de superar, pero él, Dostoievski, es diferente y lo curioso es que no sé explicar el porqué. Comencé a leer varios al mismo tiempo: “Las cenizas de Ángela”, “Cien años de soledad”, “La montaña mágica…, pero Crimen y Castigo me atrapó. Leí varios más cortitos entre medias, pero los acababa rápido e iba corriendo a continuar la historia de Rodión. Quizá porque me sentía partícipe, me hacía pensar, era interesante, me trasladaba a debates actuales o me posicionaba con los personajes, pues Fiódor desnuda a los personajes y los despoja de toda coraza. Les saca a la luz su sufrimiento, sus perversiones, sus dudas, sus inquietudes, sus temores, sus deseos. Y penetra en sus relaciones sociales y culturales, en su moral, su ética, sus creencias… Ellos son la vida sin adornos y las penurias sin compasiones. Logras ver y sentir la historia mientras la lees porque te abduce y te engulle las entrañas. Tiene color, olor y, sobre todo, pensamiento. 

Rodión Ramanovich considera que existen dos clases de seres humanos. Los “simples” y los “extraordinarios”. Los simples son el pueblo que deben ser obedientes. Los extraordinarios tienen en sus manos el futuro y no están obligados a respetar la ley si con ello contribuyen a la verdad o a alcanzar sus objetivos que serían avances importantes para la humanidad. Napoleón, Darwin o Newton serían hombres extraordinarios. Son escasos, surgen muy de vez en cuando en la historia, pero tienen una especie de “carta blanca” ante crímenes o conductas morales, pues ello implica un bien para el mundo en general. Además estos hombres, aunque cometan crímenes no sentirán remordimientos. El problema ocurre cuando un hombre "simple" se cree "extraordinario" y comete crímenes que perjudican a la sociedad.

https://culturamas.es/2016/01/14/dostoyevski-sobre-el-derecho-al-crimen/

Ramanovich se considera un hombre extraordinario y cree que debe matar a la usurera que es una mala persona por maltratar a su hermana menor y cobrar intereses excesivos en su negocio. Él, como hombre superior que lo hace para un bien, ¿tendrá castigo ante semejante crimen ilegal? ¿podrá hacerlo? ¿debe hacerlo?

La sociedad que le rodea y su familia son los encargados de responder a muchas de esas preguntas al margen de lo que él opine. Algunas se basan en la religión, otras en la moral, otras en la ley…  Rodión se basó en su teoría y siempre intentó estar al margen de normas sociales impuestas. 

Yo no creo que Rodión cometiera el crimen solo. Rodión asesinó, pero el crimen fue cometido también por quienes se creyeron, como él, "hombres extraordinarios” encargados de hacer la ley que no supieron hacer su trabajo, permitiendo que la usurera llegara a esos límites. 

Creo que en la teoría de Rodión sobran los hombres extraordinarios tal y como él los define, pues nadie que pretenda un bien cometería un crimen, ya que si tan extraordinarios son, sabrían hacerlo de forma que no implique sufrimiento para nadie, pues el muerto ya no sufre, pero deja hijos, familia, etc. No se trata un mal provocando otro mal. Puede que hoy existamos personas llamadas "pueblo", que acatamos la ley y estemos separadas de quienes "se creen" extraordinarios por una falsa idea de poder, que no de inteligencia, sino de estatus, posición, economía y mercado, con lo que cuenten de cierta impunidad, que no de derecho, como Rodión decía. 

 En cualquier caso, si al final el amor salvó a Románovich, quizá eso sí le convierta en extraordinario. 




Comentarios

  1. Coincido contigo en que Dostoievski tiene algo fascinante que no sabría tampoco describirlo. Es más, si lo dejas reposar y lo vuelves a releer años después, extraes otras lecturas, apreciaciones y te parece una obra más compleja y redonda aún. Es de esos libros que estoy seguro da para filosofar durante horas por tantas cosas que toca, por cómo arroja a sus personajes y su psique sin compasión y ante un mundo despiadado, crudo. En fin, creo que no puede haber mejor lectura -ni remedio más eficaz que la lectura- tras sufrir un colapso y vomitarlo todo para volver a alcanzar la paz. ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, yo lo describo como "infinito". Anoche ya empecé "El Idiota", realmente calma y acompaña y da paz. Gracias, otra vez, por tus palabras <3 :)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares