¿QUIÉN SOY?
Entre un millón de vidas, la mía no habría sido la elegida. No soy un pájaro, ni un perro, ni un pez. Me tocó ser una humana. Pero si hubiera sido un pájaro, no tendría alas; un perro, no tendría olfato; y un pez, no tendría aletas. Así que ser humana es lo mismo, soy reclusa de mi especie, una araña de dos patas o un tifón sin tormenta. ¿Y qué les queda a estos seres incompletos, dónde encuentran vidas que concilien con sus peculiaridades? Solo los libros hablan de ellos, solo las letras y el lenguaje pueden crear una vida aclimatada. Un mar donde el pez nade sin aletas, una tierra donde el perro halle alimento sin olfato, un cielo en el que se vuele sin necesidad de alas, una humanidad sin miedo ni dolor que paralice, arañas felices, tifones que no necesiten mostrar su fuerza… Nunca habría elegido esta vida en la que ser humana es un sacrificio constante, pero puedo leer, y aunque mi memoria ya se resienta, puedo escribir, dejar huellas en forma de letras a las que pueda volver para recordar lo que en su día me hizo feliz… Marco y sello por aquí lo que quiero que permanezca cuando me apague del todo. No, yo no elegí esta vida, como nadie elige la suya, solo me limito a ser humana a mi manera. Ya abandoné la idea de ser a la manera de los otros, donde el rostro es importante. Yo ya no tengo rostro, soy constructo, soy lo que se extingue y a la vez renace. Soy la paz que quiero hallar y el llanto que anhelo disolver en el mundo. Soy, o no, una humana que no encuentra hogar en la humanidad.
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